Cultura

Posadas navideñas: historia y significado

En el mes de diciembre del 16 al 24 en muchos rincones del país la gente toma las calles para recordar el peregrinaje de María y José desde su salida de Nazaret hasta Belén con las Posadas navideñas.

Tras entonar la letanía correspondiente, de las Posadas navideñas, niños y adultos se forman para golpear una piñata de la cual caerán dulces y frutas; los invitados disfrutarán además de ponche y tamales calientes, así como “aguinaldos” que se entregan como parte de las posadas navideñas, que ya son toda una tradición mexicana.

Arraigadas aquí por los monjes agustinos tras la Conquista (1519-1521), estas fiestas han cambiado con el paso del tiempo. Sin embargo, su esencia continúa presente en los hogares mexicanos que cada año se convierten en la morada de vecinos, amigos y familiares.

Sustituyeron a Huitzilopochtli por José y María en el mes Panquetzaliztli o época invernal, en la que los indígenas novohispanos celebraban la llegada del majestuoso Dios de la guerra, Huitzilopochtli.

Luego de la llegada de los españoles a la antigua Tenochtitlan, los evangelizadores europeos se encargaron de adaptar esta fiesta como una manifestación de la fe católica.

La figura de Huitzilopochtli fue sustituida por la de José y María, mientras que el periodo del 17 al 26 de diciembre fue modificado por el que abarca del 16 al 24 del mismo mes, y en el que actualmente se realizan las posadas navideñas mexicanas.

El historiador Pablo J. Gómez recuerda que fueron los franciscanos y agustinos quienes trajeron a México las posadas, las pastorelas y la tradición de “arrullar al Niño Dios”.

Explicó que en 1587, en el pueblo de San Agustín Acolman, al noroeste de la Ciudad de México, se originó la práctica de las posadas cuando el Papa Sixto V le concedió a Diego de Soria el permiso para realizar esta celebración en la Nueva España, costumbre que fue “lentamente aceptada por los indígenas novohispanos, quienes le añadieron el toque mestizo a la tradición”.

La razón por la cual las posadas duran nueve días es por una estrategia de los frailes, quienes buscan conseguir una novena y darle un significado a cada día, no obstante a que el peregrinaje de José y María no duró tanto tiempo.

El primer día representa la humildad para convivir con armonía, el segundo es la fortaleza para realizar los deberes diarios, el siguiente significa el desprendimiento para rechazar todo deseo que desvíe de la fe cristiana y el cuarto amar al prójimo.

La confianza en la misericordia divina y la justicia para obrar con rectitud representan el quinto y sexto día, respectivamente; el séptimo es la pureza para rechazar al Diablo y los dos últimos la alegría para alcanzar el cielo y la generosidad para entregarse al servicio de Dios.

Actualmente, en los hogares mexicanos la celebración inicia cuando los anfitriones representan a los hosteleros y los invitados a los peregrinos, quienes piden alojo al entonar la letanía para pedir posada, que concluye con el famoso estribillo:

“Entren santos peregrinos, peregrinos, reciban este rincón. Y aunque es pobre la morada, la morada, os la doy de corazón”.

Para continuar, las piñatas de barro y papel china, con sus siete picos de colores, que representan los pecados capitales católicos, emulan ser estrellas colgadas de los techos; niños y adultos, con los ojos vendados (fe ciega), se forman para golpearla con un palo que hace referencia a la fortaleza y fuerza de Dios que vence al pecado dando como recompensa las bondades, representadas por la fruta y los dulces.

Finalmente, los invitados beben ponche y comen tamales, aunque la cena varia de localidad en localidad, lo que en la época actual es motivo de convivencia pero antaño era el festejo por haber vencido al pecado.

En la referida región del Valle de México los habitantes escenifican el trayecto de José y María: eligen a dos voluntarios y rezan el Rosario, pues se cree que es también una celebración de María, ya que fue ella quien dio a luz a Jesús.

Sin bien, las nuevas generaciones han encontrado en las posadas navideñas únicamente cualquier fiesta, para el historiador Pablo J. Gómez “las tradiciones han conseguido sobrevivir a la modernidad y a la gran ciudad”.

En la mayor parte del país estas fiestas buscan propiciar un ambiente de unión y alegría, “lo más importante de las posadas es que reúnen al barrio o la comunidad, ya que por el hecho de ser repartidas cada día entre un grupo de familias, entran en competencia amigable y sobre todo en un mayor esplendor de alegría navideña”.

No obstante, aceptó que estas festividades han perdido su finalidad, pues han sido modificadas, y es que, según él, “mucho de lo que fuimos, lo hemos perdido o estamos dejando que se nos escape”.

Tradición de las posadas navideñas y villancicos muere con el tiempo

Empiezan las posadas navideñas, una tradición que llegó al continente americano con los españoles, relata el padre Jamed Pacheco, de la iglesia Cristo Rey.

El sacerdote contó que esta costumbre ahora es poco frecuente en el continente Europeo y nosotros quedamos con esa herencia. Sin embargo, el impacto de la globalización hizo creer que las ideologías, costumbres y subculturas tienen que ser iguales en todos los países del mundo y no es así.

“El impacto negativo de la globalización es lo que afecta la identidad de nuestros países; en Panamá la gran mayoría somos cristianos y esa práctica se descuidó un poco en nuestras familias y comunidades, aun así, desde hoy hasta el 24 de diciembre, todas las iglesias católicas celebrarán las posadas para recordar ese nacimiento de Cristo”, expresó.

Importancia
El significado de esta celebración radica en conmemorar, en cierto modo, el escenario en que María y José piden posada en las casas cercanas donde se encontraba el pesebre antes del nacimiento del Niño Dios, cuenta el sacerdote Pacheco.

“Es una práctica que busca esa actitud peregrina, de prepararnos para la llegada del Señor, al tiempo que nos permite profundizar en las etapas previas de Jesús a través de textos evangélicos y las reflexiones. También nos permite darle sentido a la Navidad, considero que si hay algo que nos ayuda a ambientarnos a la época navideña es darle primacía al canto de los villancicos y a la escucha de la palabra del Creador. Más allá de ser un signo exterior, busca ayudarnos en la espiritualidad cristiana”, explicó el párroco.

Olvidan al festejado
El religioso destaca que a la vez que interpretamos villancicos como: Vamos al portal, Mi burrito sabanero, Cascabel, Campana sobre campana, Alegría, Venid pastorcillos, por mencionar algunos, debemos leer los evangelios y reflexionar sobre la palabra de Dios para que se cumpla el propósito.

“Pienso que hoy día lo que ofrecen algunos no son posadas porque no hacen acento en la persona de Jesús, sino una fiesta de Navidad; para ser posada debe tener la lectura de los textos evangélicos e incluir como invitado al Niño Dios. Me da mucho dolor, porque al cumpleañero no lo invitan al festejo”, manifestó.

Agencias foto Style