Tecnología

¿Llegó el fin de las memorias USB?

El almacenamiento en la nube, los nuevos estándares y la ciberseguridad aceleran el fin de las memorias USB tradicionales

Durante más de dos décadas, las memorias USB fueron el medio de almacenamiento portátil por excelencia. Desde trabajos escolares hasta respaldos de emergencia, estos pequeños dispositivos ofrecieron una combinación ideal de portabilidad, capacidad y facilidad de uso. Sin embargo, en los últimos años su presencia se ha reducido drásticamente. La pregunta hoy no es si están desapareciendo, sino si ya hemos llegado a su obsolescencia práctica.

El entorno tecnológico actual ha desplazado gradualmente a las memorias USB en favor de soluciones más rápidas, seguras y accesibles. La proliferación del almacenamiento en la nube, la mejora en las velocidades de conexión a internet, y la integración de servicios colaborativos como Google Drive, OneDrive y Dropbox han reducido la necesidad de transportar físicamente archivos entre dispositivos.

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A esto se suma el auge de los smartphones como plataformas de trabajo y comunicación. Los teléfonos inteligentes modernos no solo permiten acceder a archivos en la nube, sino también editarlos, compartirlos e incluso firmarlos electrónicamente, eliminando muchas de las razones que antes justificaban el uso de almacenamiento físico.

Cambios en el consumo y la infraestructura

El cambio en los hábitos de consumo también ha influido. Según un estudio del Pew Research Center (2023), más del 87% de los usuarios de internet en países desarrollados recurren habitualmente a servicios de almacenamiento en la nube, mientras que solo el 18% reporta usar memorias USB con regularidad.

En paralelo, los puertos USB tipo A –los más utilizados por estos dispositivos– están desapareciendo de las laptops y tablets más modernas. Las nuevas generaciones de computadoras priorizan puertos USB-C, más versátiles y compactos, incompatibles directamente con las memorias USB tradicionales sin un adaptador adicional.

La evolución de los estándares de transferencia de datos también ha marcado una diferencia. Con tecnologías como USB 4.0 y Thunderbolt 4, la tendencia apunta a cables únicos capaces de manejar datos, video y energía a velocidades ultrarrápidas. En comparación, las memorias USB convencionales, muchas aún basadas en USB 2.0 o 3.0, no pueden competir.

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Seguridad y sostenibilidad en la mira

La ciberseguridad ha sido otro factor decisivo. Las memorias USB son vulnerables a la propagación de malware. Casos como el ataque Stuxnet (descubierto en 2010) demostraron su potencial como vectores de amenazas cibernéticas, incluso en entornos aislados. Muchas organizaciones han restringido o directamente prohibido su uso, apostando por redes privadas y soluciones cifradas.

En sectores como la banca, la salud o la industria farmacéutica, el uso de dispositivos externos está prácticamente extinto por razones de cumplimiento normativo y confidencialidad. El enfoque ahora es minimizar riesgos, no solo optimizar flujos de trabajo.

Desde una perspectiva ecológica, las memorias USB también enfrentan críticas. Fabricadas con plásticos y metales difíciles de reciclar, su ciclo de vida suele ser corto y con bajo índice de recuperación. En cambio, el almacenamiento en la nube, aunque dependiente de grandes centros de datos, permite una mayor escalabilidad energética y menos residuos físicos por usuario.

Persistencia en nichos específicos

Sin embargo, no todo está perdido. Las memorias USB todavía conservan utilidad en escenarios específicos: entornos sin conexión a internet, transferencias rápidas entre equipos aislados, instalaciones de sistemas operativos o respaldos críticos en formato offline.

En el ámbito educativo, por ejemplo, aún hay escuelas y universidades —sobre todo en regiones con conectividad limitada— que dependen de estos dispositivos. Del mismo modo, muchos usuarios valoran tener un respaldo físico de sus archivos, fuera del alcance de caídas de red o accesos no autorizados.

En entornos técnicos, las memorias USB siguen siendo herramientas comunes para mantenimiento informático, actualizaciones de firmware, diagnósticos de arranque o recuperación de sistemas comprometidos. En estos casos, su simplicidad sigue siendo una ventaja.

¿Un reemplazo definitivo?

La industria, por su parte, ha intentado adaptarse. Existen modelos con doble interfaz (USB-A y USB-C), capacidades de hasta 1 TB y cifrado de hardware. Sin embargo, estos modelos —más costosos— no han logrado una adopción masiva.

Mientras tanto, los discos SSD portátiles ganan terreno. Ofrecen velocidades muy superiores, mayor durabilidad y compatibilidad con puertos modernos. Aunque su precio es más alto, están consolidándose como la nueva solución para quienes necesitan almacenamiento portátil de alto rendimiento.

Las cifras reflejan esta transición. Un informe de Statista (2024) reporta una caída del 42% en las ventas globales de memorias USB en los últimos cinco años, mientras que el almacenamiento en la nube ha crecido un 85% en el mismo periodo. En paralelo, los SSD externos han mantenido un crecimiento anual del 12%.

Memorias

Una tecnología en retirada

No podemos declarar aún la “muerte” definitiva de las memorias USB, pero sí enfrentamos una fase de clara decadencia. El ecosistema digital avanza hacia soluciones más integradas, veloces y seguras. Las memorias USB permanecerán como una tecnología residual: útil en ciertos nichos, pero cada vez menos relevante en la vida cotidiana del usuario promedio.

Como suele ocurrir con la tecnología, no se trata de una desaparición abrupta, sino de una transición silenciosa. Las memorias USB, que en su momento revolucionaron la forma de almacenar y compartir información, ceden hoy el paso a un nuevo paradigma, marcado por la conectividad permanente y la eficiencia digital.

Es relevante añadir algunos datos y precisiones que complementan este análisis:

Despliegue de USB tipo C: Según datos de la USB Implementers Forum (USB-IF), para 2025 se espera que más del 70% de los nuevos dispositivos electrónicos adopten exclusivamente puertos USB-C, alineados con regulaciones como la de la Unión Europea que establece el USB-C como cargador universal obligatorio a partir de diciembre de 2024. Esto acelera la obsolescencia de dispositivos basados en USB-A, incluidos muchos modelos de memorias USB tradicionales.

Uso institucional restringido: En México, instituciones como el Servicio de Administración Tributaria (SAT) y la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) han establecido lineamientos que desaconsejan el uso de dispositivos de almacenamiento removible sin cifrado certificado. Esto se inscribe en estrategias nacionales de ciberseguridad que buscan mitigar riesgos de fuga o pérdida de información sensible.

Huella ambiental comparativa: Un informe del International Data Corporation (IDC) publicado en 2023 señala que, aunque los centros de datos asociados al almacenamiento en la nube consumen altos niveles de energía, su eficiencia por usuario es significativamente mayor que el uso extensivo de dispositivos físicos. Además, grandes proveedores como Google y Microsoft han alcanzado objetivos de energía renovable en más del 90% de sus operaciones globales.

Mercado residual activo: A pesar de la contracción general, fabricantes como Kingston, SanDisk y Verbatim siguen lanzando nuevos modelos de memorias USB orientadas a sectores como la educación, la seguridad corporativa (con cifrado AES de 256 bits) y el entretenimiento (uso en consolas o reproductores multimedia). En particular, las ventas de memorias USB cifradas han crecido un 8% anual, según datos de TechNavio (2024), lo que sugiere una reorientación del producto hacia usos más especializados.

Nicho militar y gubernamental: En entornos militares y gubernamentales, las memorias USB «air-gapped» (sin conexión a redes) siguen siendo preferidas para entornos críticos donde se requiere evitar toda comunicación en línea. Este modelo operativo fue reforzado tras incidentes como el del malware Agent.BTZ, detectado en redes del Pentágono en 2008, que obligó a un rediseño completo de las políticas de transferencia de datos.

En conclusión, si bien la utilidad general de las memorias USB ha mermado considerablemente, subsisten en nichos estratégicos donde la conectividad no es confiable o directamente está prohibida. Su desaparición será progresiva, y su futuro dependerá en gran medida de la adaptabilidad a nuevos estándares técnicos y requerimientos de seguridad.