Dalí; más allá del surrealismo
La investigadora Montse Aguer dimensiona el legado del artista español Salvador Dalí y presenta una nueva mirada sobre su evolución creativa y su vigencia
Los múltiples rostros del artista español Salvador Dalí (1904-1989), que incluyen su relación con los movimientos de vanguardia, sus obsesiones —como los sueños, la ciencia y la sexualidad—, así como su característico método paranoico-crítico, son revisados en el libro Dalí. BABY SUMO, volumen elaborado por las especialistas Montse Aguer y Carme Ruiz, con la colaboración de la Fundación Gala-Salvador Dalí.
El volumen —que incluye fotografías, documentos de archivo y una cronología exhaustiva— revisa el legado del artista que mantiene su vigencia en el siglo XXI, y centra su atención en aportar una nueva mirada sobre su evolución creativa a más de tres décadas de su muerte.
“Dalí siempre se consideraba el Rafael del siglo XX”, dice Montse Aguer, autora del volumen y experta en la obra del artista.
“Yo creo que Dalí es un artista que conoció muy bien la tradición. De hecho, siempre habló de esa tradición a partir de (Diego) Velázquez, (Johannes) Vermeer, Rafael y Miguel Ángel y, al mismo tiempo, siguió tanto a la vanguardia artística y a los avances científicos.
“Sin embargo, él quiso reflejar una realidad onírica, la cual quiso plasmar del modo más hiperrealista posible. Para ello utilizó la tela, la estereoscopia y la holografía, pues está muy obsesionado con las ideas de perspectiva, dimensión y relieve. Recordemos que Dalí, para 1979, ya nos habla de buscar la cuarta dimensión, así que Dalí es un artista que se adelanta a su tiempo y que, a lo largo de su trayectoria, bebe de la tradición”, expone.
¿Existen obras de Dalí que se puedan considerar menos conocidas?, se le pregunta a Montse Aguer. “La parte menos conocida de Dalí está en la obra de sus primeros y de sus últimos años. Por ejemplo, este libro recoge dibujos interesantes que el artista español hizo en su juventud para su hermana Ana María, cuando estaba enferma, así como algunas pinturas y estudios que hizo en su época surrealista. Además, hemos tenido acceso a colecciones privadas que nos permitieron fotografiar la obra en alta resolución.
“Dalí siguió de cerca los movimientos de vanguardia a través de revistas como Valori Plastici, así que él sabía exactamente qué pasaba en el mundo del arte. Entonces, bueno, él va evolucionando con los movimientos de vanguardia del siglo XX y, naturalmente, llega al surrealismo, un movimiento que le interesó porque conjuga el onirismo, contiene muchas referencias literarias, además de que había leído a Freud y le interesa el mundo del sueño y la paranoia”, expone.
¿Cuál fue la principal aportación de Dalí al surrealismo? “De hecho, la principal aportación que hace al movimiento surrealista es su método paranoico-crítico de interpretación de la realidad. Dalí dice: ‘Tenemos que ver la realidad no como la vemos a simple vista, sino incidir en ella y ver los diferentes relatos que nos propone la realidad”, y algunos de estos relatos naturalmente pertenecen al mundo de los sueños”.
¿En su discurso pictórico concebía la crítica social? “Dalí es un pintor más literario. Él tiene obras como Canibalismo de otoño o Premonición de la Guerra Civil, relacionadas con el tema de la guerra. Yo creo que son obras realmente a descubrir, aunque las conozcamos, porque, por ejemplo, en Canibalismo de otoño vemos a unos personajes blandos que se devoran unos a otros y son realmente brutales.
“Cuando se hizo la gran exposición antológica de Dalí —en el Pompidou de París y en el Reina Sofía de Madrid— hubo un apartado dedicado a la guerra y realmente se aprecia que Dalí la sufre y la plasma. Pero no es un artista comprometido. Él tiene otras derivas, le interesa, como he dicho, más el mundo onírico y literario y, a partir de los años 60, todo lo relacionado con la ciencia y la física, sobre todo para avanzar en la pintura y buscar nuevos modos de plasmar la realidad”, detalla.
¿Cómo entender las composiciones fotográficas en las que participó el artista? “Las más divertidas y subversivas las creó con Philippe Halsman, uno de los grandes fotógrafos del siglo XX.
“Ambos colaboraron durante más de 37 años y elaboraron toda una serie de fotomontajes. Incluso ambos publicaron Dalí’s Mustache, donde vemos cómo Halsman plantea cuestiones a Dalí y él las contesta con textos, pero también con sus bigotes colocados de diferente manera, así que fue una colaboración interesante”.
¿Qué trabajos se realizan en el archivo de Salvador, que se encuentra en manos de la Fundación Gala-Salvador Dalí?
“Sin duda se tiene el archivo más importante sobre Salvador, que conserva manuscritos, fotografías, revistas, periódicos, postales y muchísimos manuscritos que contienen un gran valor documental.
“La fundación ha ordenado y clasificado todo el material, aunque ahora está en un proceso de digitalización avanzado, pero a menudo vienen investigadores de todo el mundo a Figueras para realizar estudios sobre la vida y la obra de Dalí”, concluye.