Crónica de una marcha anunciada
Crónica de una marcha anunciada
El Jicote, Por: Edmundo González Llaca
Martes 2 de diciembre de 2025
Con una precisión que podría suscribir el crimen organizado, el seis de diciembre entrarán desde temprana hora camiones a la ciudad; serán recibidos por un motociclista que les abrirá camino y los conducirá a su lugar de estacionamiento. Cada camión traerá pegado en los costados el nombre del Estado que provienen, la mayoría de las entidades que gobierna Morena.
Temprano también se estacionarán los taxis cerca del Zócalo, bajarán a sus pasajeros y en un lugar previamente acordado, una persona con una libreta apuntará el número correspondiente de quienes llegan, a cada uno de ellos se les dará una cantidad de dinero y su kit alimenticio, incluyendo su chocolate bienestar.
Habrá quienes aclaren al militante de Morena con la libreta: “No quiero dinero, prefiero descansar el lunes”; “Me borraron de un programa social porque no aplico. Que me inscriban”. El del blog apunta. El taxista recibirá su recompensa de acuerdo con el número de personas que llevó. El que escribe en la libreta le reclamará: “Te pedí jóvenes y trajiste a los viejos de siempre”.
El taxista se defenderá: “Le dije, pero son unos flojonazos para no decirles más feo. Algunos me dijeron que sí vendrían pero a la hora de la hora no llegaron, otros de plano me dijeron que no les salía la desmañanada y la asoleada por un quinientón. Creo que aquí en adelante a los jóvenes les vas a tener que subir la tarifa”. Algunos de los pasajeros le pedirán al taxista que no se retire, que en el momento que se inicie el acto, se regresarán para que los conduzca otra vez donde los recogió.
Desde el Monumento a la Revolución se iniciará la marcha. En la primera fila llegará el grupo que el fuego amigo los ha bautizado como los “Cansados” que encabezará Andy López Beltrán. Los marchistas de este contingente muy bien vestidos con ropa de Zara. El siguiente grupo, muy numeroso, será el Cartel Jalisco Nueva Generación, disfrazados con sombreros estilo de Carlos Manzo. Los Ardillos de Guerrero, para distinguirse, se pondrán sombreros de palma. Un contingente menos numeroso, de algunos caricaturistas de la Jornada, acompañados de directivos y locutores de medios de comunicación, que deberían ser del Estado, ahora porristas y golpeadores del gobierno.
Muy cerca, hombres y mujeres con overol, serán los impresores, agradeciendo el impulso a su industria. Disimuladamente algunos se saldrán de la fila y repartirán tarjetas: “Tesis y acordeones urgentes para elecciones. Recomendados por la Suprema Corte y varias secretarías”. Para no sentirse menos que la marcha anterior, una larga fila de personas de la tercera edad en sus sillas de ruedas. Un grupo muy ordenado y hasta con paso militar, miembros del Bloque Negro, ahora de blanco.
Varios granaderos, pelados a rape, en lugar de medallas, traen colgadas piernas doradas, presumiendo el número de personas que patearon en la última marcha. Un contingente de Catemaco empezará humear el espacio, un guardián del orden le dirá que la quema de incienso es hasta llegar al Zócalo. Un grupo numeroso de jóvenes de lo más diverso, unos cargando orgullosamente computadoras, al parecer son son los creadores de botox y otros empleados de las encuestadoras oficiales.
Morena estará presente. Habrá mantas, la más larga cargada por cada esquina por Noroña y Adán Augusto López. Varias posibilidades de texto: “Honestidad valiente”; “No estás sola”; “No a la corrupción”. Otra manta sostenida por Mario Delgado y Monreal: “Viva la austeridad republicana”. Cartulinas escritas, una por Cuauhtémoc Blanco, Salgado Macedonio y Paco Ignacio Taibo II: “Morena contra la violencia de Género”. Otra manta tomada de su orilla por padre e hijo Yunes y en la otra orilla por Murat, dos textos posibles: “Código de ética de Morena. Presente”; “El triunfo de los conservadores es moralmente imposible”
El camino hacia el Zócalo estará totalmente despejado, sin ningún tipo de obstáculos ni embudos, protegidos por policías. Algunos mareados pretenderán realizar actos de vandalismo, se les permitirá un tiempo, para disminuir la sospecha que el Bloque Negro es patrocinado por el gobierno. Después de un lapso permisivo, los pillos verán lo que es destruir comercios en tierra de granaderos.
En el templete empezarán a llegar funcionarios, gobernadores de Morena y miembros de Morena, habrá un ligero forcejeo sobre el lugar que ocupan. Algunos de ellos exhibirán, en forma poco disimulada, que traen el libro: “Grandeza. Andrés Manuel López Obrador”. Frente a la tarima hay posibilidades de dos botargas: Ricardo Salinas y Alessandra Rojo de la Vega, las que serán quemadas y pisoteadas sus cenizas. Otra vez se repartirán tarjetas. “Botargas a domicilio, fiestas infantiles o actos políticos”.
El momento culminante será la llegada de la Presidencia, se romperá el orden, darán un paso al frente, para que ella los vea; ya no es forcejeo sino descarados codazos; todos aplaudiendo con un entusiasmo a punto de hacerse sangrar las palmas de las manos. Ella aprovechará para aproximarse a sus afectos y sus compromisos. Paseará de un lado a otro sonriente, sacudiendo los brazos, poniendo cara que cree en la espontaneidad de los reunidos. Tomará el micrófono y pedirá silencio, una y otra vez, ante el control y el ánimo desbordado.
Su discurso enfatizará que allí sí está el pueblo y la juventud, los que estuvieron antes fueron una minoría pagada, que no eran ni pueblo ni jóvenes. Insistirá que somos el país más democrático y feliz del mundo. Una probadita de victimización no caerá mal. Que la han calumniado y ofendido. No estará su marido por su aspecto de estar en un velorio y poco mercadotécnico. Destacará fundamentalmente la disminución de la pobreza. Alertará que los opositores son los defensores de los privilegios y quieren cancelar los programas sociales. Además de traidores a la Patria, se estrenarán nuevos nombres en la narrativa son: “Fascistas”, “Miembros o marionetas de la derecha internacional”.
El discurso empezará a aburrir, habrá gente impidiendo que la gente salga de la plancha del Zócalo. Los que apuntaban en las libretas y que los habían registrado, recorrerán los grupos que llegaron y los mirarán amenazantes, para desalentarlos a salir huyendo, empachados de buenas noticias, denuncias y advertencias.

La Presidenta elevará el tono de su intervención. Dedicará un amplio espacio para denunciar a quienes quieren que vengan del extranjero, son los herederos de quienes querían la corona a un príncipe. No permitirá que la soberanía sea pisoteada y nunca negociará ninguna posibilidad de intervención. Después del diluvio de sopapos no caerá mal un llamado a la unidad nacional. Un saludo y agradecimiento al creador del Movimiento, la incondicionalidad y alianza absoluta. El faro que alumbra y seguirá alumbrando su gobierno. Se entonará el Himno nacional.
La Presidenta, al terminar el baño de pueblo, llegará a Palacio, se sentará en un mullido sillón, respirará profundo, sentirá una soledad que le angustia. De inmediato tomará el teléfono y hablará a sus propagandistas, quienes la tranquilizarán y felicitarán. Le anunciarán los encabezados de la prensa oficiosa del día siguiente: “La Presidenta y Morena mostraron el músculo”; “Ahora sí se llenó el Zócalo”. “Se impuso la alegría de los jóvenes”. “No a la injerencia extranjera”. “La popularidad de la Sheinbaum es envidia de otros mandatarios del mundo”.
“Caricaturas de Claudio X González, Ricardo Salinas y Alessandra furiosos ante el Zócalo desbordante”. Una sonrisa estilo Mona Lisa se le dibujará en el rostro. No hay felicidad completa, pedirá la lista de quienes no cumplieron con su compromiso de llevar gente. Ordenará: “Pásenle la lista a Andy”. Le preguntarán: “¿A Luisa María Alcalde? Dudará y responderá: “Bueno, también a ella, pero primero a Andy, que ya sabe lo que tiene que hacer”. Añadirá: “Después de la marcha, en la Mañanera, del lunes vendrá la cantaleta que fueron acarreados. Prepárenme varias respuestas, pero fundamentalmente seleccionen bien a quienes pregunten”.
Volverá a quedarse sola, tomará un espejo para ver en su rostro las “injurias del tiempo” y los estragos de la jornada. Le preguntará: “Espejito, espejito. ¿Quién es la Presidenta más querida y popular de la historia de México?”. El espejo guardará silencio.
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