Casos y Cosas

¿Los niños necesitan tantos regalos?

Esta pregunta llega a extrañar, ¿es necesario hacer tantos regalos a nuestros hijos?

Estas fechas son muy especiales para quienes tienen hijos. Es a los niños a quienes más ilusión hacen estas fiestas porque vienen los Reyes Magos con sus innumerables regalos.

Sería interesante pedir a nuestros hijos, que pensaran muy bien los presentes que le pedirán en la carta a los a los Reyes. Y por qué no, solicitarles que verbalmente expresen a sus papás lo que desean recibir si sus tutores fueran quienes solventaran éste gasto en Navidad.

Esta pregunta llega a extrañar tanto, que incluso, a más de uno se le escapará una expresión de sorpresa. A varios les dejará atónitos la respuesta ya que, mayoritariamente, los niños solicitarán pasar más tiempo con sus padres.

No debemos perder de vista el objetivo, que son fechas que si bien, son para festejar en familia, con los valores que cada una inculca a sus integrantes, también son tiempos donde, lo que radica son los regalos como símbolo de afecto hacia un ser querido. Pero ¿Quiénes serían los más afectados o beneficiados con este acto de cariño?

Pues los niños, ya que en ellos recae este suceso comprándoles juguetes, ropa, tecnología último modelo, en pocas palabras, tratando de cumplir cada uno de los caprichos que piden o exigen.

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Los padres siempre van corriendo, del trabajo a casa y de casa al trabajo. Y entre todas sus obligaciones está el pasar tiempo con sus progenitores. Un tiempo muy importante para los hijos que no siempre tienen como adultos y que, por tanto, se suple con regalos.

Si bien, sabemos que para muchos padres de familia el dar regalos a los hijos lo fomentan y lo toman como algo normal, común y satisfactorio para los niños y para sí mismos, en otros casos también diríamos, desde un punto de vista psicológico,  que el dar regalos a los hijos de manera frecuente o en exceso sería con el objetivo de cubrir algunas carencias, sea porque los padres pasan poco tiempo con sus hijos, porque no suelen darles muestras afectivas o por sentir que su rol como padres no ha sido del todo eficiente, esto por mencionar algunas de las muchas razones que existen y por las cuales algunos padres de familia se sienten con la obligación de brindar, con cosas materiales, lo que no han podido manifestar de manera personal o afectiva hacia sus hijos, cubriendo con ello posibles culpas por no lograr lo antes mencionado.

Es necesario que los padres pongan límites al número de regalos que hacen a sus hijos, teniendo en cuenta lo que es necesario, coherente y prioritario. La abundancia de regalos se torna como algo no muy favorable para los niños, pues además de acostumbrarlos a cumplir cada uno de sus caprichos, perjudica a su maduración personal, pues al darles todo lo que piden se vuelven inmaduros, pierden la dimensión de las cosas y en un futuro suelen ser adultos insatisfechos.

Al regalar juguetes a los niños se deben elegir aquellos que estén adaptados a su edad, que les ayuden en su crecimiento y desarrollo, que les permitan evolucionar como personas y que les inviten a usar la imaginación y a colaborar.

Por ejemplo, los juegos de mesa que enseñan a compartir, a interactuar con otras personas, a respetar unas normas y unos turnos, a tolerar la frustración y a saber ganar o perder.

Se debe intentar fomentar los juegos creativos y que tiendan a la sociabilidad. Regalos con los que puedan jugar con otros niños o con los padres para incrementar así los lazos afectivos.

Tampoco es conveniente suponer que el niño va a desear determinado juguete porque “le va a hacer mucha ilusión”, el exceso de juguetes impide el desarrollo de la fantasía y acaba provocando aburrimiento. Como sugerencia, deberíamos explicar a los familiares, especialmente a los abuelos, que no regalen juguetes de forma indiscriminada.

El exceso de regalos para los menores pasa a convertirse en una competencia en la que, con el tiempo, irán valorando no el significado ni la calidad sentimental del regalo, sino el número de obsequios que reciban cada año, sin tener conciencia del verdadero valor de cada uno de ellos, es decir, darle un sentido emocional al hecho de “quién se lo regalo” o en “qué fecha se lo dieron”.

En pocas palabras con lo anterior diremos que el dar regalos en exceso convierte a los niños en caprichosos y avariciosos, manteniendo ante otros ese sentimiento o ese ánimo de jactancia y exigencia de las cosas que pidan o deseen tener, y con los cuales irán creciendo.

Regalar tecnología como tabletas o videojuegos está de moda: estas deben ser vigiladas por sus padres. Pudieran ser una excelente herramienta para adquisición de conocimiento, utilizando estrategias, por ejemplo, solicitarle que si desea jugar un video juego, primero deberá ver un documental, cuando concluya, el niño platicará lo aprendido del video a un adulto, luego entonces, puede jugar un momento, se recomienda que los menores de edad jueguen tantos minutos como edad tengan, es decir, si el menor tiene 6 años, deberá jugar seis minutos.

Se deben dar regalos que les sean necesarios y a los que les vaya a dar uso. Muchos niños se olvidan de los regalos nada más al abrirlos porque no entendían realmente el significado o el funcionamiento del objeto o porque los pidieron impulsados por la publicidad de la televisión.

Se trata de cambiar el consumismo por el tiempo compartido en familia, de elegir menos regalos, menos juguetes y que los niños aprendan a valorarlos, de darles cosas más gratificantes.

Además del tiempo que los niños pasan con juguetes, existe un interés por otras cosas que sólo requieren de la imaginación. Seguramente este sea un buen camino en el que trabajar.

Porque a los niños les van a estimular otras cosas no solo los juguetes y, según la edad que tengan, les satisface mucho dibujar, construir con sus propias manos cosas, ya sea un circuito de coches, una casa, ropa para su muñeca, o confeccionar con cartón y con objetos reciclados una nave espacial o unos disfraces.

Es responsabilidad de los padres de familia enseñar a los niños a aceptar y valorar lo que tienen.

Pero no hay que confundir el hecho de regalar con considerar que con eso ya está hecho todo. Porque los juguetes no pueden darles el cariño y la compañía que ellos necesitan, ya que eso es algo que deben darles los padres. Así que, nada mejor que hacernos esta pequeña reflexión durante estas fechas tan señaladas: regalar más tiempo a nuestros hijos, para jugar y estar con ellos, y menos juguetes.

Hazles saber que te sientes feliz con ellos y que te importan, préstales tanta atención como puedas, y que ese sea tu regalo para ellos, el más valioso de todos.

Eréndira Córdoba