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Deforestación Rapaz en Mérida

Deforestación Rapaz en Mérida

Opinión no Pedida, por: Carlos E. Ricalde Peniche

Lunes 28 de abril del 2025.

Mérida, la capital de Yucatán, ha experimentado un crecimiento acelerado en las últimas décadas. Lo que alguna vez fue una tranquila ciudad colonial rodeada de selva baja, hoy enfrenta los retos de la urbanización desmedida.

Uno de los más preocupantes es la deforestación urbana, un fenómeno que no solo afecta el medio ambiente, sino que también altera la calidad de vida de sus habitantes y conflictúa desigualdades económicas y sociales. La expansión urbana de Mérida ha sido caracterizada por una deforestación rapaz, impulsada por el desarrollo inmobiliario y la especulación con la tierra.

Los ecosistemas de la región, dominados por selva baja caducifolia, han sido devastados para dar paso a fraccionamientos, centros comerciales y desarrollos turísticos. Los límites urbanos de Mérida se han expandido de forma descontrolada. La ciudad crece hacia los municipios circundantes, con proyectos que requieren la tala indiscriminada de miles de hectáreas de selva.

Desde un avión, el panorama es revelador: los trazos geométricos de los nuevos fraccionamientos contrastan con las áreas aún verdes, pero cada vez más reducidas.

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En las últimas dos décadas, Mérida ha perdido extensiones significativas de vegetación, un fenómeno que refleja el relajamiento de la planeación urbana y el dominio de intereses económicos. La especulación inmobiliaria ha encarecido notablemente la tierra. Zonas que alguna vez fueron accesibles para la clase media ahora son inaccesibles para la mayoría. Mientras tanto, en las áreas periféricas, la pobreza y la desigualdad se hacen más evidentes. Los contrastes son palpables: mientras unos pocos adquieren terrenos en desarrollos exclusivos, otros enfrentan condiciones precarias en asentamientos que carecen de servicios básicos.

El crecimiento horizontal de Mérida se ha distorsionado dando paso a un nuevo fenómeno: la verticalización. Áreas residenciales tradicionales de casas de dos niveles están siendo invadidas por edificios de 5, 10 y hasta 20 pisos. Esta mezcla abrupta de tipología urbana genera conflictos sociales, altera la dinámica de los barrios y sobrecarga la infraestructura urbana, como las redes de agua y drenaje, así como el tránsito vehicular. Uno de los problemas más graves de la deforestación urbana es la contaminación del manto freático. La ciudad no cuenta con un sistema de drenaje profundo, lo que significa que los desechos líquidos, tanto residenciales como industriales, terminan filtrándose a las capas del suelo más superficial.

Sin suficiente vegetación para actuar como filtro natural, los contaminantes llegan más rápido al manto freático, afectando la calidad del agua que consumen los habitantes. La contaminación se agrava en las zonas donde la urbanización avanza sin una regulación adecuada o hacia la costa tan cercana a la ciudad capital.

La tala masiva de árboles también tiene consecuencias directas en la temperatura de la ciudad. En zonas extensamente urbanizadas, como el norte de Mérida, las temperaturas pueden ser varios grados más altas que en áreas con mayor cobertura vegetal. Este fenómeno, conocido como el efecto de isla de calor, se intensifica con la proliferación de concreto y asfalto, materiales que retienen y liberan calor durante el día y que por añadidura, produce más calor en las zonas centrales de la ciudad, al alejarse la sombra que proporcionan los árboles.

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La deforestación y el crecimiento urbano descontrolado también afectan el nivel freático. En Mérida, este nivel tiende a disminuir conforme se acerca al mar, lo que pone en riesgo los ecosistemas costeros y la disponibilidad de agua dulce en el futuro. Sin un manejo adecuado, esta situación podría generar problemas tanto para la población debido a las inundaciones, como para las actividades económicas dependientes del agua, tal es el caso de la agricultura y el turismo.

La deforestación urbana es un reflejo de los retos que enfrentan muchas ciudades en crecimiento. Si bien el desarrollo es inevitable, es esencial encontrar un equilibrio que permita la expansión de la ciudad sin sacrificar sus recursos naturales. Esto requiere una planeación urbana rigurosa, una legislación ambiental estricta y, sobre todo, una conciencia colectiva sobre la importancia de preservar el entorno.

Los habitantes de Mérida merecen una ciudad donde el progreso no signifique la destrucción de su patrimonio natural. Sin embargo, lograrlo depende de la voluntad de sus líderes y de la participación activa de la sociedad. Solo entonces se podrá garantizar un futuro sostenible para esta hermosa ciudad, donde la selva y el desarrollo coexistan en armonía.

SACAPUNTAS

1. ¿Tiene el gobierno de Mérida un Plan EQUILIBRADO de desarrollo urbano?
2. Si lo tiene, ¿porqué no se nota?

CERP/Abril 28, 2025.
Correo-e: pibihua2009@gmail.com

 

 

 

Opinión-No-PedidaOpinión no Pedida, por: Carlos E. Ricalde Peniche

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