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Primeras lecciones de un proceso

Primeras lecciones de un proceso

El Jicote, por Edmundo González Llaca.

El Presidente no es un “bárbaro” en la concepción política de los griegos. No es un “bárbaro”, según los griegos, porque conoce la ley y sus sanciones. López Obrador, más bien, es un inmoral, rayado de cinismo. Paso a probar tan graves acusaciones.

Agotada la opinión pública y cuando hasta las “moléculas” que asisten a las “mañaneras”, se estaban quedando dormidas. el Presidente decidió entonces adelantar la sucesión presidencial, sin importarle violar el marco jurídico: la Constitución y las leyes electorales. Todo, con tal de mantener los focos de la atención pública en otros temas y no en los gravísimos dramas que padece el país, como que estamos chapoteando en sangre y aterrados ante tantas inhumaciones clandestinas. un proceso, un proceso, un proceso, un proceso, un proceso, un proceso

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Las oposiciones estaban ante el dilema: acatar el tiempo marcado por las leyes, en noviembre, o de entrar a esta borrachera de transgresión de las normas. Mantenerse respetuosos del marco jurídico, les daría autoridad moral, pero al salirse de la atención social, su horizonte padecería una grave desventaja electoral. Los opositores optaron por participar en la violación masiva.

 El Presidente les mostró el caminito del cinismo. Para que las autoridades no lo acusaran de trasgredir las leyes, al iniciar fuera de tiempo la elección de  su candidato presidencial, le llamó a su candidato presidencial: Coordinador de la Defensa de la Cuarta Transformación. Así de fácil. Para no salirse de este espacio del descaro, los opositores le llamaron a su representante,  “Conductora de la Construcción del Frente Amplio por México”.

En verdad que la clase política organizada desprecia la inteligencia de la sociedad. Me imagino que nos observa como una partida de zombis, deambulando por la vida chupándonos el dedo. Piensa que, por contar con la complicidad de las autoridades electorales, son capaces de convencernos que el sol de medio día es la pálida luna, sólo es cuestión de cambiar el nombre a los hechos.

La primera enseñanza de este salvaje proceso de campañas presidenciales, iniciado por el Presidente, es: reformar todo el marco jurídico, que prevenga y sancione semejante burda trampa. Otra enseñanza, no menos importante, es recuperar la ética pública, pisoteada y mancillada.

No vale la pena detenerse en el método que para elegir su candidata implantado por López Obrador. Al estar prohibido debatir y presentar propuestas de gobierno, las campañas fueron un bostezo monumental y se convirtieron en una competencia de lambisconería. Por su fuera poco, en un derroche de recursos, con bardas, encuestas pagadas y hasta promocionales guardados en bodegas. Los precandidatos adoptaron una interpretación de austeridad muy al estilo de la familia presidencial. Baste concluir que el proceso controlado por el Presidente le quitó más simpatías y votos a su partido y a sus “corcholatas”, que todas las críticas y denuncias de corrupción, derroche en fiestas familiares y mentiras.

El Frente opositor se inauguró con grandes expectativas de abrir la participación de la sociedad civil que, después de las marchas organizadas en defensa del INE y la Suprema Corte, era obligado abrirles un espacio en el proceso.  Para hacer una depuración de los aspirantes se exigían 150 mil firmas. La sociedad civil recibió el primer baño de realidad, solamente podrían obtenerlas quien contara con el apoyo de una estructura partidista. Después de  del cedazo de las firmas y de algunas renuncias, la contienda quedó en un mano a mano entre Xóchitl y Beatriz Paredes.

Se celebraron cinco foros regionales en el país, bastante interesantes, donde las dos candidatas plantearon sus propuestas. Finalmente, y cuando faltaba el momento estelar, que era la votación de los dos millones de personas registradas previamente, Beatriz Paredes dimitió. Las razones de la salida de la experimentada política son diversas. Desde que el pequeño INE para recibir el voto de los ciudadanos no era suficiente; que Morena estaba decidido a reventar la votación saboteando en forma violenta el día de la elección; que el impresentable Alito había negociado la renuncia de Paredes. un proceso, un proceso, un proceso

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Mi impresión es que los partidos del Frente estaban claros, con encuestas y sin encuestas, la candidata más competitiva era Xóchitl.  Que lo trascendente era,  y es, ganar el 24, sin importar el compromiso de la votación en las urnas. Resultado: no fue un final el proceso del Frente opositor; Xóchitl tuvo que pagar el costo político de no recibir el voto masivo. Decía Rousseau que la democracia era exclusiva de naciones formada por ángeles. El proceso electoral demostró que nuestra clase política organizada está lejos de cualquier santidad.

 La democracia se distingue por vivir y desarrollarse en un permanente perfeccionamiento. Ha sido interesante y creativo lo organizado por los opositores, muy superior a la farsa, que está terminando en sainete, proyectado por el Presidente y Morena. Pero creo que ya existe una convicción política generalizada: la voz y el voto de la opinión pública, en cualquier asunto que afecte a las mayorías, independientemente que sea electoral o no, es ya imprescindible la participación de la sociedad civil.

 

 

 

Edmundo-Álvarez-Llaca

 

El Jicote, por Edmundo González Llaca.

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