Casos y Cosas

Klara Mauerova la madre que se comía a sus hijos vivos

Prepárate para leer la escalofriante historia de Klara Mauerova, la mujer que se desolló y comía a sus hijos ¡vivos!, para tener “carne fresca”.

Una de las historias aterradoras que se ha tenido que informar, y la cual se ha hecho viral, es el caso de Klara Mauerova, quien nació en 1975 en Kuřim, República Checa, antes llamada Checoslovaquia. Engordó y comió a sus propios hijos y los mantuvo vivos todo el tiempo.

Todo el horror comienza cuando Klara Mauerova era una menor y presentó síntomas de una esquizofrenia que la impulsó a idear una fantasía religiosa en donde ella era la elegida de Dios para cumplir una misión especial que le sería revelada en algún punto de su vida. Mau

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Klara Mauerova tenía una hermana menor llamada Katerina, quien también sufría esquizofrenia y que tenía ideas muy similares a las de ella e incluso una personalidad casi idéntica.

De acuerdo a los reportes de su época, Klara tuvo una vida relativamente normal ya que estudió pedagogía en la universidad y se casó con un hombre mucho mayor que ella, con el que tuvo a sus dos hijos: Jakub y Ondrej.

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Klara Mauerova: Una familia se rompe

Pasando unos años, el esposo de Klara, cansado de su personalidad, la abandonó a ella y a sus hijos, una acción que luego sería desastrosa.

En un principio Klara intentó ser la mejor madre para sus hijos, siendo un ejemplo para ellos, cuidándolos y brindándoles toda la atención que ellos necesitaban; sin embargo, la soledad y el resentimiento la hicieron caer en una depresión muy profunda.

Por lo que comenzó a vivir con su hermana Katerina pero en algún punto Klara conoció en la universidad a Barbora Skrlová, una “pequeña niña de 13 años” que había escapado de un centro de menores por los malos tratos y que no tenía a dónde ir.

Klara y su hermana menor se conmovieron con la historia de Barbora y no dudaron en adoptarla, pero lo que no sabían era que la “pequeña niña de 13 años” ocultaba un gran y oscuro secreto: padecía de hipopituitarismo, una condición donde se presenta una disminución anormal de las hormonas secretadas por la glándula hipófisis y su edad real era de 32 años.

 

Pero no solo eso, Barbora poseía rasgos psicopáticos, violentos, esquizofrénicos, trastorno de identidad disociativo, también conocido como desorden de personalidad múltiple, y un increíble poder de manipulación.

Barbora se adaptó rápidamente a la familia y las hermanas estaban tan encantadas con el comportamiento de Barbora que aceptaron formar parte de la “religión” que ella profesaba.

El Movimiento Grial, agrupación de personas que profesan libremente las enseñanzas de la obra En la luz de la verdad y ofrece vías claras para el propio conocimiento, así como de Dios y del mundo, y que responde las grandes interrogantes de la vida: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos?, y ¿hacia dónde vamos?.

Pero el círculo al que pertenecían las tres mujeres era prácticamente una secta donde se apoyaba y practicaba el abuso, la violencia, la promiscuidad, el incesto e incluso el canibalismo, muy diferente al culto original del Grial.

Barbora comenzó a sentir celos de los hijos de Klara, cuando Ondrej tenía 8 años y Jakub 10, así que comenzó a manipular sutilmente a las hermanas, contándoles cientos de mentiras sobre sus niños e incluso haciendo ella misma miles de travesuras para inculparlos.

También le insistía a Klara en que los niños eran los culpables de que su esposo la hubiera dejado y que no merecían más que sufrir. Lo que detonó el trastorno completo de Klara con respecto a sus hijos, fue cuando Barbora le dijo que veía los ojos de su padre en ellos, los ojos de la persona que la abandonó… A partir de ese entonces Klara comenzó a ver a sus propios hijos como “escoria”.

Barbora sugiere el canivalismo
Al poco tiempo Barbora sugirió una idea para evitar que los niños siguieran siendo un “problema”: construir una jaula de hierro para tenerlos encerrados en el sótano. Los pobres niños permanecieron en aquella jaula varios meses sometidos a diversas torturas orquestadas por Barbora y el líder del círculo religioso, a quien llamaban el “Doctor”.

Los quemaban con cigarrillos, pellizcaban, azotaban, los ataban y amordazaban cuando llegaban visitas a la casa y los privaban de alimento durante días.

Un día, Barbora tuvo una idea que ella describió como increíble y se la contó a Klara, quien aceptó totalmente fascinada. Comenzaron a darle de comer a los niños abundantemente durante varios días para que subieran de peso, entonces, su propia madre bajó al sótano con un cuchillo y le pidió a Ondrej, el más pequeño, que sacara una pierna entre los barrotes que Katerina y Barbora sujetaron firmemente mientras su madre le cortaba trozos de carne.

En medio de los gritos de terror de ambos niños, reían en sus caras a carcajadas y devoraron sus pedazos, Jakub, permaneció en vilo un mes pues sabía que más temprano que tarde su destino sería el mismo, y así fue… Su madre le arrancó pedazos de un brazo y se los comió mientras se reía y le decía que merecía sufrir.

A partir de aquel momento y durante un año, el barbárico ritual se repetía: las mujeres bajaban al sótano, Klara le arrancaba pedazos de carne a uno de los niños y luego las tres los devoraban allí mismo.

 

El error de Barbora

Barbora tuvo otra “brillante” idea: sugirió comprar una cámara de vigilancia como los que se usan para monitorear a los bebés, para instalarla en el sótano. El objetivo era tener siempre bajo control a las criaturas.

Las torturas a Ondrej y Jakub continuaron hasta que el 10 de mayo de 2007 ocurrió un milagro: uno de los vecinos del pueblo instaló un monitor de vigilancia en su casa para su bebé, monitor que pudo captar también la imagen que recogía la cámara de Klara.

El vecino pudo observar cómo ella golpeaba y azotaba a sus hijos, desnudos y encadenados en el sótano de la casa e inmediatamente llamó a la policía que no tardó en llegar y descubrir la dantesca escena de los cuerpos infantiles quemados, deshidratados, golpeados y carcomidos hasta los huesos en algunas partes.

Entre el suelo estaba pegajoso, las paredes con manchas de sangre seca, el hedor a orina y excremento era insoportable estaba uno de los niños desmayado en el piso, a otro en una esquina sumido en un estado de shock total y a una pequeña niña, con expresión aterrada mientras sujetaba un osito de peluche, parada al lado de la jaula.

La niña corrió hacia la policía, con lágrimas en los ojos, para pedirles que la salvaran pues había sido torturada junto a sus hermanos por su madre y su tía. La aterrada niña les dijo que se llamaba Anika y que había sido adoptada por Klara hacía unos meses; los agentes no dudaron ni un segundo su historia y la sacaron de aquel horror, sin sospechar que se trataba de Barbora.

Una vez en la calle, Barbora Skrlová aprovechó para fugarse del país, huyó a Noruega, donde se hizo pasar por esta vez por un niño llamado Adam y fue adoptado por un matrimonio noruego.

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Ondrej y Jakub fueron llevados de inmediato al hospital pero, lamentablemente, solo uno de ellos sobrevivió. Mientras que Klara y Katerina fueron llevados a juicio y el niño testificó contra ellas, contando todas las torturas por las que habían pasado él y su difunto hermano.

El veredicto se hizo público en el año 2009 y las condenas ridículas e injustamente cortas salieron a la luz. El Tribunal Superior de Olomouc condenó a Klara Mauerova a 9 años de prisión, su hermana Katerina Mauerova a 10 años. Barbora Skrlová y otros tres miembros de la secta fueron condenados a solo 5 años de prisión.

Barbora Skrlová solicitó en el 2011 la libertad condicional, que le fue concedida por buen comportamiento el 11 de febrero de 2012… Desde aquel momento se encuentra en paradero desconocido.

 

Con información de La Verdad.