Tecnología

Miedos tecnológicos que han acompañado a la humanidad

Los miedos tecnológicos más tontos en la historia de la humanidad

Siempre que aparece algo nuevo, la humanidad está completamente lista para emitir un juicio a favor o en contra. A pesar de esto, realmente sólo el tiempo puede decidir si las novedades nos favorecerán o no.

Quizás por eso, hoy en día resulta tan fácil y divertido enterarnos de los miedos tecnológicos que la humanidad ha tenido a través de la historia.

No siempre hemos sido tan listos como pensamos y estos ejemplos lo demuestran:

Letras peligrosas (400 A.C.)

Hace muchos años, antes de que Jesús llegara a imponer un nuevo calendario, no existía la escritura y todo conocimiento se transmitía oralmente. Este cambio hizo que la gente le tuviera miedo a la  creación de un alfabeto y, en general, a la escritura.

Advirtieron que deterioraría la memoria de las personas, incluso a estropearla. Al final, resultó todo lo contrario y las culturas con escritura tienen mejor memoria que las orales. Punto para la tecnología.

Libros ideáticos (Entre los siglos XV-XVI)

La iglesia Católica tenía casi todo el control mental en occidente a mediados del siglo XV. Es por eso que la invención de la imprenta les empezó a dar miedito. ¿De qué? Pues de que la gente tuviera libros, se informara y se diera cuenta que lo que les decía no era totalmente cierto.

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El acceso a la información no era algo que realmente le conviniera a la iglesia y por eso trataron de prohibir y satanizar los libros en general (que no fueran La Biblia, claro). No hay punto para ninguno, porque aunque tenemos muchos libros para informarnos, tenemos bajos niveles de lectura y aprendizaje (y altos niveles de catolicismo).

Periódicos de mal (1775)

Antes de que existiera el acceso a las noticias vía los periódicos, las noticias se daban en el púlpito de la iglesia.

Así es, hace algunos años, a unos cuantos pasos de donde se toma la comunión, usted podía encontrar las historias más novedosas de lo que pasaba en el mundo. Qué coincidencia que, una vez más, la iglesia buscara el control de la información.

Úteros fugitivos (1820-1840)

Cuando se inventó el tren (la máquina, no las viralizaciones bobas), los hombres comenzaron a dudar si las mujeres iban a soportar este nivel de velocidad. Porque, ¿por qué la aguantarían?

Esto dio pasó a que se creara la teoría de que en los vagones se creaba un vacío de aire. Este vacío, se supone, desprendía los úteros y los sacaba de su lugar, haciendo del regreso a casa una pesadez. Esas mujeres y sus úteros…

El mal de la espina dorsal (1866-1900)

El tren seguía siendo al muy nuevo, la humanidad tardó en acostumbrarse a él. Sin embargo, este miedo resultó tener fundamento: Se pensaba que los accidentes férreos provocaban una enfermedad nerviosa, sin heridas físicas.

Hoy en día este miedo del pasado se conoce profesionalmente como trastorno por estrés postraumático y sí es preocupante y debe tratarse con especialistas.

Luz asesina (1880-1920)

A finales del siglo XIX se inventó el foco. La gente empezó a temer por la vida de los niños y las mujeres: gracias a la luz, serían más visibles para los predadores del exterior.

Gracias al cielo, también se inventaron las cortinas. Caso resuelto, doble punto para la tecnología.

Las malas noticias viajan rápido… y afectan a más gente, 1881

Cuando se inventó el telégrafo y la prensa, el neurólogo George M. Beard dijo: “Los pesares de todo el mundo […] se convierten en pesares para todos los individuos.”

Hay estudios que parecen apoyar esta teoría. Y, después de todo, tiene sentido: hoy en día las noticias son inmediatas, explícitas, todo el tiempo nos enteramos de lo feo que está el mundo… y de lo poco que está en nuestras manos para ayudarlo. Gracias, inmediatez.

Teléfono descompuesto (1890-1910)

Cuando Bell patentó el teléfono la gente empezó a temer que los demonios aprovecharan el cableado para transportarse rápida y fácilmente.

Este miedo vivió unos 20 años, hasta que todos aceptaron que en realidad la maldad la tenían por dentro. Lo que sí se ha comprobado es que los rayos pueden viajar por los cables; los espíritus endemoniados, dudosamente.

Así como hoy las mamás nos regañan porque vemos más una pantalla que sus lindas caras, a principios del siglo XX la gente tenía miedo de que muriera la interacción cara a cara.

Pero en realidad pasó lo contrario, el contacto entre amigos y parientes lejanos mejoró de manera considerable (y no nos vieron de verdad ver más tiempo las pantallas que las lindas caras de las madres).

La radiación del microondas no sólo cocina la comida (1980-2000)

Así es, por fin llegamos a uno que vivimos en carne propia. Muchas veces yo llegué a sentir cómo la metástasis se desarrollaba en mi cabeza mientras calentaba mi leche para dormir.

Ahora sabemos (y si no, ahora lo sabrán) que es imposible que las microondas te cocinen el cerebro, ya que se contienen en el horno y se desactivan cuando este se abre. A menos que tu horno y esté muy cucho y tenga alguna falla, estás completamente a salvo.

Tamagotchis del demonio (1996-1998)

Otra que vivimos en carne propia. Nadie nos miente: padres y madres estaban preocupadísimos por nuestros cerebros y la adicción a este juego.

Como todo lo divertido, empezó a ser prohibido en las escuelas. Esto alentó su pronta extinción y para 1998 todo volvió a la normalidad.

Siempre le vamos a tener miedo a lo desconocido. Pero no nos frustremos, es muy normal. Este pequeño viaje por las creencias tontas que alguna vez tuvimos puede abrirnos un poquito la conciencia. Es un buen ejercicio empezar a dudar de todo para reafirmar nuestras creencias.

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Agencias