La falta de actividad física y la menopausia
Un estudio con 6.000 mujeres latinoamericanas que cruzan la menopausia muestra la conexión entre la poca actividad física con el insomnio o la depresión
La falta de actividad ocurre con más frecuencia en las mujeres y en América, que supera en un 10% la media mundial, según los datos de la Organización Mundial de la Salud de 2015.
Casi el 60% de la población mundial tiene un estilo de vida sedentario. El desarrollo urbano y tecnológico ha llevado a una reducción de la actividad física, tanto en el trabajo como en casa.
Un estudio publicado en la revista Menopausia y realizado por la Sociedad Norteamericana de la Menopausia en más de 6.000 mujeres latinoamericanas demuestra que este sedentarismo tiene ya consecuencias visibles: síntomas más severos en la menopausia, especialmente los vinculados con el insomnio y la depresión, y obesidad.
Un 16,1% de las mujeres con hábitos sedentarios reconocen tener síntomas menopáusicos severos, mientras que solo un 10,6% de las activas los tienen.
Este 6% de diferencia supone, para los investigadores, la confirmación de que el sedentarismo está asociado con signos como el insomnio, la depresión o la ansiedad. «Definimos a alguien como sedentario si realiza menos de tres veces por semana 30 minutos de ejercicio físico.
Este sedentarismo tiene riesgos para tu salud física y mental. Ser activo cada día es necesario para ayudarte a tener síntomas menopáusicos menos severos», explica JoAnn V. Pinkerton, directora de la Sociedad Norteamericana de Menopausia y profesora de ginecología en la Universidad de Virginia (EE UU).
Es decir, de las 3.886 mujeres que se autodefinen como sedentarias 144 sufre depresión y 221 insomnio; mientras que de las 2.200 que se califican como activas 74 tienen depresión y 116 insomnio. El sedentarismo también afecta a otros síntomas como la ansiedad, que se da en un 5,47% de las mujeres sedentarias y en un 5,13% de las activas.
El presidente de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM) y ginecólogo del Hospital de Asturias, Plácido Llaneza, sostiene que alrededor del 80% de las mujeres con menopausia afronta algún síntoma; los sofocos son los más comunes.
«Diversos estudios observacionales han registrado menos sofocaciones en las mujeres que hacen ejercicio físico, de manera que el ejercicio físico parece asociarse con una menor probabilidad de padecerlos. Sin embargo, algunos ensayos clínicos que evaluaron el efecto del ejercicio aeróbico para aliviar los sofocos no han podido demostrar su efectividad», argumenta Llaneza.
La profesora Pinkerton explica que la parte fuerte de su estudio, con respecto a los otros realizados, es la amplia muestra de mujeres que han participado y que le permite afirmar que solo con que una mujer «haga yoga, natación, bicicleta o incluso jardinería durante al menos 30 minutos al día, los síntomas menopáusicos mejoran».
La causa, según explica el estudio, es el efecto que produce en nuestro cerebro las acciones de los estrógenos y de la actividad física. Varios neurotransmisores como la serotonina o la dopamina influyen en la regulación de nuestro humor y de nuestro sueño. Una secreción alterada de ellos puede causar distorsiones en el humor (como la depresión) y también insomnio.
Peores síntomas en zonas más pobres, sin actividad
El estudio se realiza a 6.080 mujeres de 11 países de Latinoamérica. En Chile, Uruguay, Venezuela, Cuba y Ecuador, por ese orden, se encuentran las mujeres con los síntomas de menopausia más severos.
Además, Pinkerton sostiene que las mujeres de las zonas más pobres y rurales son las que tienen peores síntomas. Esto se debe, según enuncia el estudio, a que estos síntomas más severos están vinculados con la inactividad y esta, a su vez, con un bajo nivel educativo.
«El estilo de vida sedentario y la poca actividad es menos común entre las mujeres con un alto nivel educativo», afirma el estudio que cita a su vez a investigaciones españolas y brasileñas. Según un análisis a 300.000 individuos, llevado a cabo por Brasil, aquellas personas con más años de escolarización son también aquellas que disponen de más tiempo libre para ejercicio físico.
Plácido Llaneza cree que no existirían grandes diferentes en los resultados si un estudio similar se hiciera en la población española. «Es cierto que existen diferencias étnicas y geográficas en la forma que las mujeres afrontan la menopausia y sobre la prevalencia de los síntomas que padecen, pero el instrumento de medida de la calidad de vida que los autores [la Sociedad Norteamericana de la Menopausia] emplean, nosotros también lo hemos empleado con otros fines en mujeres menopáusicas españolas y solíamos obtener resultados», explica.
El presidente de la AEEM también recuerda que todavía nos queda mucho por conocer sobre esta etapa de la vida de la mujer y considera que los estudios genéticos van a desempeñar un papel muy importante en los próximos años.
«Seremos capaces de prever muchas patologías gracias a ellos. Mientras tanto hay que emplear las herramientas terapéuticas y preventivas disponibles, adaptándolas a cada paciente según los síntomas y los factores de riesgo que presente. Para ello es muy importante divulgar los conocimientos científicos que vamos adquiriendo».
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