Cultura

Federico Reyes Heroles festeja 70 años

El escritor, ensayista y periodista mexicano Federico Reyes Heroles disfruta la música, la poesía y la naturaleza para enfrentar “el momento triste” que vive México, ante el fin del Estado democrático

 

Escuchar música, leer y escribir poesía y novelas, plantar y ver crecer un árbol o una biznaga, romper el tiempo creando durante la noche, charlar para recuperar el valor de la palabra y “mantener la mente fresca y aislada de la tormenta de afuera”.

Éstas son las actividades que hacen feliz al escritor, ensayista y periodista Federico Reyes Heroles (1955), que le dan gozo y consuelo, y lo ayudan a superar la tristeza que le causa vivir en un México donde, “como generación, ya no seremos capaces de entregar a nuestros hijos y nietos un país más democrático”.

Federico

En su casa de San Jerónimo Lídice, rodeado de libros, pinturas, plantas, artesanías y sus dos perros, quien estudió sociología, filosofía política y derecho en la UNAM confiesa en entrevista con Excélsior que festeja sus 70 años “cada vez más metido en mis escritos y enclaustrado, buscando crear el ambiente que me permita recuperar el alma”.

El autor de seis novelas decidió seguir el consejo del francés Voltaire (1694-1778), quien en el cuento Cándido o el optimismo escribió “debes cultivar tu propio jardín” o “hay que cultivar nuestro huerto”.

“Y mi jardín son mis libros y mis actividades. Mi jardín volteriano es la literatura, los ensayos. Decidí regresar a ese huerto tras concluir que llego a mis 70 años en un México que era mejor cuando tenía 60, sin duda, pues en una década ha habido un destrozo institucional brutal”, explica.

“Vivimos como país un momento muy triste. El Estado democrático ha perdido fuerza, se está desmoronando, es cada vez más débil, ya es inhumano. El daño es profundo y no veo señales de que vaya a haber una corrección del rumbo. No nos merecíamos esto como nación”, agrega.

El articulista de Excélsior desde 2013, donde escribe su columna semanal Sextante, considera que hoy debemos regresar a lo básico. “En primer lugar a la charla, porque no vamos a poder relatar los horrores que estamos viviendo si no los platicamos; está demostrado que la charla te cura.

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“En segundo lugar, rescatar el alma. Ésta tuvo una enorme fuerza en los poetas románticos y fue fundamental durante el siglo XIX. Pero, cuando apareció el psicoanálisis, la desplazaron. Hoy sabemos que existe, que es la condición emocional. Está demostrado científicamente que un enfermo querido y acompañado se recupera más rápido que uno abandonado”, añade.

El autor de las novelas Ante los ojos de Desirée (1983) y Sensé (2018) dice que si no escribe se deprime. “La literatura es algo que se me da. Gozo mucho leerla y hacerla. Pero nunca me he propuesto que las glorias literarias se conviertan en un objetivo en mi vida, porque conozco el medio. Es un mundo lleno de vanidades. Nunca he postulado ni he permitido que postulen una novela mía para un premio. Sé cómo se manejan esas cosas”.

Destaca que también le apasiona el periodismo. “He vivido de él. Nunca he tenido una beca, ni he recibido un centavo del gobierno. Te ven como un bicho raro. No soy rico. Me he puesto unas fletadas espantosas. Por ejemplo, he dado unas mil 600 conferencias, el 50 por ciento foráneas; lo que implica 800 viajes, mil 600 vuelos”, detalla quien ha dado clases en la UNAM y ha ocupado cargos en distintas áreas de la máxima casa de estudios.

Comenta que el deseo, el eros y la mujer son los temas centrales de su trabajo de ficción. “En todas mis novelas aparece la mujer. El tema para mí es inevitable y permanente. También me he propuesto la recuperación del eros. Creo que hay un arrinconamiento en relación con la mujer, ya no la puedes voltear a ver o decir ‘qué guapa te ves’, pues te lo toman a mal”.

La música es quizá la custodia de su alma. “Suscribo a Nietzsche cuando dice que la vida sin música sería un error. Voy mucho a conciertos. Pero no puedo escribir con música, para escribir requiero de absoluto silencio. Y creo que la noche es la mejor hora para escribir, porque te permite ensimismarte, romper los tiempos”.

Federico

Reyes Heroles admite que cuando algo lo lastima lo envía, como en su computadora, al basurero. “Hay muchas cosas a las que le doy delete. Hay colegas de una vanidad y un ego increíble, los he dejado de buscar. Ya no voy a cenas que yo llamo ‘gallineros’, esas donde todos quieren hablar y no se escuchan, se interrumpen. Y nunca acepto un desayuno, porque me cancela la noche anterior”.

Señala que entre las cosas que lo consuelan destaca la encina plantada en medio de su jardín. “Por cada cien encinos hay una encina, que es la que deja caer la bellota o semilla. Nos dedicamos, mi esposa y yo, a reproducir cactáceas y encinas. Plantamos cada año unos 2 mil 500 árboles. Verlos crecer me da mucho consuelo”.

Acepta que está escribiendo una nueva novela, de la que no quiere adelantar nada. “Soy muy supersticioso. De mi literatura no hablo hasta poner el punto final a la historia”.

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