2025 otro año más lleno de Esperanza
2025 otro año más lleno de Esperanza
Aquí entre nos, Por Javier López Velarde Luna
Viernes 27 de diciembre del 2024
Si bien, en esta temporada decembrina los mexicanos cerramos el año con una gran fiesta donde la rica cena y los brindis encierran algo más que el intrínseco deseo de celebrar estar vivos un año más, sino también, la nostalgia que encierra mucho pesar de quienes ya no están con nosotros y se nos adelantaron en el camino de la vida.
Un nuevo año de esperanza y grandes propósitos que cada año se robustecen y muchas veces desaparecen como se va desarrollando el día a día.
Quienes logran hacer realidad todos esos deseos es una gran satisfacción el poder celebrar que este año viejo, fue el aliciente para lograrlos.
Pero para quienes dejaron inconclusos esos propósitos el nuevo año es la oportunidad de resarcir esos deseos truncados.
El Año Nuevo es una fuente de renovación personal pero también, es un momento de reflexión que nos da la pauta para seguir siendo mejores.
Cabe destacar que en la mayoría de las culturas antiguas, el Año Nuevo se celebraba en el solsticio de invierno, ya que se consideraba un momento de renovación.
Con el paso del tiempo, esta celebración se fue asociando con otros eventos astronómicos, como el equinoccio de primavera o la aparición de la primera luna nueva del año.
Sin embargo, fue en el Antiguo Egipto que comenzó a usarse el primer calendario solar, lo que modificó el inicio de año, puesto que los pueblos de la antigüedad medían los años mediante calendarios lunares.
El calendario egipcio constaba de 365 días, divididos en 12 meses de 30 días cada uno, a los que añadían cinco días más conocidos como epagómenos. Mientras que en la Antigua Roma, antes de la llegada del emperador Julio César, existía un calendario conocido como “pre- juliano”, el cual tenía una duración de 355 días, divididos en doce meses con duraciones desiguales.
Ya para el año 64 a. C, el emperador Julio César modificó el registro existente para corregir el retraso que llevaba frente al conteo astronómico y planteó uno nuevo que recibió el nombre de “Calendario Juliano”; este fue elaborado por el astrónomo griego Sosígenes de Alejandría y se basó en el antiguo calendario egipcio.
Dicho cambio tuvo como consecuencia que durante el primer año se agregaron dos meses entre noviembre y diciembre, para así compensar los errores acumulados.
Con la reforma Juliana contempló que el año estuviera compuesto por 365 días divididos en 12 meses, y tomo como inicio de año el 1 de enero, en lugar del 1 de marzo.
Además, consideró como años bisiestos todos aquellos cuyo número final es divisible por cuatro, por lo que se les añadió un día adicional durante el mes de febrero, de esta forma, el Calendario Juliano pasó a ser el calendario del cristianismo cuando esta religión se convirtió en la predominante.
Uno de los principales cambios que sufrió fue la introducción de la semana, una división que anteriormente no existía.
No obstante, muchos siglos posteriores y ya, en el año de 1582, el calendario Juliano ya había provocado varios desajustes con el registro astronómico, ya que la duración del año con este registro era de 365.25 días, mientras que la del astronómico es de 365. 2422 días, lo que provocaba una diferencia de 11 minutos.
Una cantidad que con el paso de los años se fue acumulando y provocando un desfase de los días. Con ello, las estaciones del año se fueron desfasando de las festividades cristianas, lo que conllevaba a un problema religioso. Debido a este cambio, la Pascua, que de acuerdo con la religión católica debe celebrarse los primeros días de la primavera, se estaba celebrando días más tarde.
Así en el año de 1582, el papa Gregorio XIII a través de una bula papal llamada Inter Gravissimas decretó la modificación del calendario, estableciendo la duración del año en 365 días, 5 horas, 49 minutos y 12 segundos.
Además, se estipuló el 1 de enero como el inicio de año, lo que lo convirtió en un sistema mucho más preciso.
Cabe destacar que el calendario fue adoptado inmediatamente por lo países que estaban bajo la influencia de la religión católica, desde ese momento comenzaron a celebrar el Año Nuevo el 1 de enero.
La llegada de un nuevo año en México siempre causa expectativa y alegría en las familias, quizá por ser motivo para la reunión y la renovación. Su celebración es en general muy similar a la de Noche Buena, sólo que a las 00:00 hr. Se hace un brindis chocando las copas de cada uno de los comensales y se comen 12 uvas lo más rápido posible pidiendo un deseo, conforme se dan las campanadas que anuncian el inicio de un nuevo año; las uvas representan cada uno de los meses del año que se inicia.
No obstante, la superstición en los mexicanos fluye en el menú de Año Nuevo, donde un puñado de lentejas simbolizan monedas; comer cerdo es presagio de abundancia desde los egipcios, y en Japón e Italia los tallarines son señal de vida larga.
Pero lo más importante es comerse 12 uvas al son de las campanadas es la tradición más popular durante la “Nochevieja” y donde además por cada uva se pide un deseo. Son hermosas nuestras tradiciones y sin embargo lo puede empañar es el exceso tanto de comida como del consumo de licor ya que en esta temporada los accidentes viales se incrementan y los paros cardiacos de igual manera.
Por ello es necesario que seamos responsables y hagamos de esta fiesta un agradable momento familiar y de amigos para no tener que lamentarnos…
Pero como siempre la mejor opinión es la de Usted Querido Lector.
otro año, otro año, otro año, otro año, otro año, otro año, otro año, otro año, otro año, otro año
Aquí entre nos, Por Javier López Velarde Luna
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