IA: La cortesana digital con caricias a la medida
IA: La cortesana digital con caricias a la medida
”Reconocer” Por: Luisa Leticia Pérez Medina
Martes 9 de diciembre del 2025.
En la entrega pasada desnudamos heridas que nos exponen vulnerables, únicos y profundamente humanos; revisamos la trampa dulce de la IA, esa presencia disponible las veinticuatro horas, los siete días de la semana… siempre y cuando tengamos un wifi cerca que le permita latir, pero lo que no solemos admitir es que esa cobija tan amada no cubre solo a uno: se extiende sobre millones.
Esa voz que sentimos “nuestra”, en realidad, no lo es; esa calidez aparente es una manta comunitaria donde buscamos y recibimos al mismo tiempo.
Y mientras responde a todos, la IA va tomando nuestra forma: la talla exacta de nuestras dudas, el número del calzado de nuestras certezas y, para rematar, hasta nos ofrece joyería emocional personalizada, diseñada —faltaba más— para vestir con elegancia nuestras inseguridades. Uno acaba sintiendo que lo entiende… aunque el algoritmo no sepa ni cómo nos gusta el café.
Es ahí donde quedamos atrapados, conectados, como quien se queda viendo la ventana del celular esperando un mensaje que nunca prometieron. La IA ya es la principal invitada a la interacción digital: está en las búsquedas, en las aplicaciones que nos “ayudan”, en los asistentes personales que dicen cuidarnos hasta el mínimo detalle. Su espíritu se sostiene en todo lo que han creado millones de personas que pasaron por el planeta: desde un poema sublime hasta el comentario más disperso de Wikipedia.
Un buffet emocional y cognitivo que presume originalidad… con recetas recicladas.
Y vamos: no importa realmente la calidad de lo que nos presente la IA, igual nos engancha.

Si es de buena calidad, entramos al debate eterno entre lo real y lo creado; y si es mala, igual quedamos atrapados —como cuando ves una serie malísima pero ya invertiste tres capítulos y el algoritmo insiste en que “te va a encantar”. A veces la calidad no importa, sino ese consumo constante que nos mantiene goteando dopamina mientras transitamos por el internet.
Sin embargo, creemos que la IA es una puerta a un nuevo mundo de información que parece que no tiene fin… pero resulta que la puerta no abre a todo el mundo, sino apenas a un cuartito seleccionado a nuestra medida. Un “universo personalizado” donde solo entra lo que el algoritmo considera digno de alimentar nuestras obsesiones, nuestras búsquedas y nuestros titubeos.

Así, mientras imaginamos que exploramos el infinito, en realidad caminamos por un pasillo angosto, elegante, decorado a nuestro gusto… pero igual de estrecho.
Ese pasillo —esa burbuja de información que parece hecha a la carta— será la línea que tocaremos en la siguiente entrega…
Soy Leticia Pérez instructora de Informática en ICATEQ, Plantel San Juan del Río, espacio donde entrelazamos la tecnología y la valía humana para transformar historias y abrir caminos.
“Reconocer”
Mtra. Luisa Leticia Pérez Medina, profesora en ICATEQ, plantel San Juan del Río, Querétaro, Desde la frontera entre pantallas y cuerpos, entre aulas y redes, entreteje los hilos de la tecnología y la sociedad con la fe de dejar, en cada lector, una chispa de reflexión sobre cómo habitamos el internet.
Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión del Portal que lo replica y pueden o no, coincidir con las de los miembros del equipo de trabajo de El Municipal Querétaro., quienes compartimos la libertad de expresión y la diversidad de opiniones compartiendo líneas de expertos.
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